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L.K.F

domingo, 25 de septiembre de 2011

el impulso.

     Hoy la descubrí saltando por el balcón, la quise detener pero no llegué a tiempo, saltó y quedó su cuerpo estampado en el piso como una caricatura al rojo vivo. Mis manos se estiraron obligando a las células a convertirse en elástico, pero nada pudo hacer que su cuerpo cayera fríamente en la vereda gris, y ahora, frente a mí, implorando ayuda, está ella. He dejado caer la máscara y me doy cuenta del porqué de su muerte, miro nuevamente abajo como aquél día, la veo irse con el viento borrando sus huellas de sangre, me pide ayuda y ya no quiero ayudarla, me pide que le arroje la máscara, que le he hecho quedar desnuda, le digo que su desnudez es más bellamente imperfecta que su anterior figura, me escupe y se va, con pena, mordiéndose un ojo...
    Apenas el sol salió esta mañana, yo me arrimé a la ventana para ver algún vacío que no estuviese roto, y la vi a ella nuevamente, esta vez más vieja,una vez más, suplicando. Me cansé de mirar abajo y quemé el rostro de la desnuda figura, le arrojé las cenizas que implacables se prestaron a viajar, di un paso al costado y esperé a que aquél ser llegara con su gran escoba, barrió desde lo alto los restos de la intrépida y la dejó irse hasta ser nada más que un recuerdo, y algún par de líneas que vagamente intento transmitir.
     Hoy también fue un ayer que se diseminó en imágenes difusas, no como en las tardes en las que las alas salen a volar y aprendes el viejo canto de las sirenas, cuando se va la máscara y tú mismo la eliminas, cuando borras las huellas de la sangre roja, y la viertes en una solución de otro color, cuando te apartas del falso espiral y dejas que la energía te lleve a otro. Hoy también fue un ayer que rompió a llorar por una risa en construcción.
     Y al volver, si es que vuelve, la empujaré yo misma apenas la vea cerca del balcón, no dejaré tiempo a la duda y abriré el camino que conduce abajo, allí donde algo tironea tu frente y donde está ese tercer ojo que es mordido por la intrépida. Y al volver, si es que vuelve, no dejaré que instale el muro de la mentira una vez más, ni le permitiré acostarse conmigo debajo de las sábanas, ni mirarme de cerca a los pies de la cama... Al volver, ya no querrá volver, y se irá, se perderá en eso que pensó lograr, en esa nada que no llegó a tocarme dentro, se perderá, nada más...
   

L.K.F
   
     

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