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L.K.F

lunes, 19 de septiembre de 2011

cortando la mentira.

     El cerebro se expandía cinco centímetros y siete milímetros más allá de lo debido,
el cráneo comenzó a crecer sin que sus amigos lo notaran demasiado, y el cabello se le iba cayendo de a poco.Dos semanas más tarde desapareció, lo buscaron debajo de la cama y en el ropero. No fue sino después de tres días que el sujeto llegó trayendo en sus manos una flor del color conocido, se la entregó a la mujer que vivía al lado de su casa, ésta la tomó con entusiasmo mientras él desaparecía casi por completo. La mujer pasó días observando el haz de luz que brotaba de aquella extraña flor, la guardó luego debajo de su almohada y comenzó a vivir con ella en las noches, cuando despertada en otro sitio siempre la tenía a su lado, como si ésta la cuidara de los males que vería al regreso.
     Los vecinos del pueblo dejaron sus tareas para correr al campo, nadie sabía por qué corrían, ni ellos mismos, pero seguían haciéndolo, todos juntos, hasta llegar al lago en el que encontraron inmensos pétalos de  alguna flor perdida, y en medio del lago una mujer aparentemente muerta. El hombre más viejo de la multitud avanzó hasta la orilla y se hundió en la arena, hasta perderse en un remolino de cenizas que se mezclaban con aquellos pétalos gigantes. Las personas corrían ahora en la dirección contraria atormentadas por el miedo, al llegar al pueblo los bloques enteros de tierra empezaron a levantarse en el aire, llevando consigo todo lo que allí hubiere. Otro enorme remolino se abrió en el cielo dejando salir oleadas de verdades inconclusas, y el cielo se puso gris en las laderas, y el pueblo fue lentamente ingresando en la densidad del agujero abierto allí arriba.
     El cerebro siguió expandiéndose y casi nadie lo notaba, algunos apenas sospechaban un plan, pero no tenían ni la más mísera idea quizá acertada de lo que pasaría en las siguientes jornadas. Las batallas se libraban en otros planos más elevados y poco conscientes para un ser humano que es tan sólo algo incierto, estábamos como en guerra y con nosotros mismos. El sol nos devolvía entonces la noche, y la luna nos guiñaba su tercer ojo nuevamente, a lo que el agua contestaba enviándonos señales a través de los sueños...
     Sólo la gente que vivía en ese pueblo volvió al lugar, con algunas pérdidas quizá, pero la mayor parte de todo se salvó, y quedó entonces lo más fiel a eso que ya de niño se sentía. Los canales de comunicación no dejaron de estar abiertos y filtraban cada tanto una nueva información que se complementaba con las anteriores. En el punto cósmico en donde el pueblo estaba, surgió la vida, se dejó conquistar por el encanto de aquella otra forma de ver y se alejó al fin de las otras formas grises y aplastantes de la mentira creada.
     La luna ayudaba cada vez que estaba en fase llena, y traía consigo el poder vivificante del eterno ayer que es ahora y no mañana, y el cerebro seguiría expandiéndose a medida que el recuerdo se iba materializando, creando entonces un hilo azul de agua elevada. Mientras el sol saliera y el otro mundo encarnara en nosotros, transformaría el cuerpo de los sensibles seres, dejando crecer alas a aquello que antes se nos negaba.
     El hombre dijo que ya es tiempo de que el tiempo mismo venga en ayuda, no son tantos los que prestan sus oídos al exterior, y menos son los que trabajan en pos de una idea que presentando dudas, es aún más real que la burbuja en la que el mundo terrestre se asfixia. Ya es también tiempo de que dejemos entrar aquello que la burda razón niega. Y además, hay que dejar crecer el cerebro unos cinco centímetros con siete milímetros más, hasta el punto en el que el punto mismo no sea más que lo que siempre ha sido, ahí, cuando el pelo se caiga por completo y se despegue del casco de nuestras cabezas, cuando las escamas sean transparentes y la luna nos otorgue otra parte de esta inconclusa verdad.
     La mujer poseedora de la flor se zambulló en una mística sensación que la hacía viajar y encontrarse con el pueblo cada vez que dormía, y de tanto en tanto revelaba una parte de lo que de ellos sabía, dejando abierto el canal para comunicarse de nuevo con los siguientes cinco centímetros con siete milímetros que debían de crecer en un no lejano momento...
   

Lola Kiayes.
 
   


3 comentarios:

  1. gracias Nerina un gran placer compartir contigo lo que siento. abrazos enormes y ojalá nos crucemos por en algún sitio un día no muy lejano.

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  2. hola, esta bueno, lo leí mas de una vez porque en la primera no le presta mucha atención jajja y esto es para atender y pensarlo.

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